Las palabras de Trichet y su anuncio de subida de un cuarto de punto han generado un notable ruido mediático que poco a poco va diluyéndose entre las bombillas y los 110 km/h, sin embargo, lamentablemente para la gente de la calle, para las empresas y hasta para las entidades financieras sólo representa la punta del iceberg que se nos avecina.
En una semana donde el índice de precios a la producción en Europa subía un escalofriante 1,5 por ciento en un solo mes, incremento que no se veía desde la época de Naranjito en 1982, podría ser suficiente motivo para que un banco central comenzara a hacer sonar los tambores de guerra monetaria. Pero, ¿por qué limitarlo a priori a un diminuto 0,25 por ciento? ¿Por qué sacar a relucir ahora el libro de la ortodoxia macroeconómica cuando llevamos dos años ignorándolo?
Muy probablemente a lo que hemos asistido esta semana por parte del BCE es un sencillo, pero importante, aviso a navegantes. Durante más de dos años las autoridades monetarias de todas las partes del mundo, en aras del bien superior que representa la estabilidad del sistema, se han pasado por el arco del triunfo lo que decía su manual de procedimientos.
Lo hemos llamado quantitative easing, que suena más elegante, pero detrás de esta sofisticada adquisición de bonos lo que se esconde es la compra de tiempo. Tiempo para purgar excesos y limpiar balances.
El mensaje hasta ahora ha sido: ustedes me dan toda la basura financiera que tengan (lo llamamos descuento de títulos), imprimimos el dinero que haga falta para que haya liquidez y las economías puedan seguir creciendo (QE1 y QE2) y, además, les garantizamos tipos de interés bajos para lidiar con la morosidad y los costes de financiación de sus endeudadas economías. Nada es para toda la vida, y de ahí el aviso a navegantes. ¿Por qué ahora y en qué consiste?
En primer lugar sirve para recordar que hasta en África y Oriente Medio hay ricos y pobres. Mientras las ansias de democracia se limiten a países pobres como Libia, Túnez o Egipto, la escasez de crudo es compensable. Ahora bien, si como han reflejado las bolsas el tema llega a Arabia Saudí o a los Emiratos, las subidas de tipos serán inevitables y draconianas.
Sin petróleo saudí ni dinero de los fondos soberanos árabes (y por ello existe un doble rasero a la hora de hablar de democracia en Trípoli o Raid), unido a un potencial contagio iraní que afectaría al estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20 por ciento del petróleo mundial, tendríamos un problemón de inflación sin crecimiento.
En segundo lugar, el BCE constata que para muchos países la crisis es historia. Alemania o Suiza nunca habían crecido tan fuerte con los tipos de interés tan bajos. El tiempo de tipos artificialmente bajos se acaba y los grandes motores europeos funcionan. Tuvimos tipos más bajos de lo necesario en la época de las vacas gordas y ahora nos toca bailar con la fea.
Y en tercer lugar es un aviso a los políticos. Con tipos al 1 por ciento, dos personas en paro con subsidios de 400 euros y un poco de ayuda familiar pueden medio pagar una hipoteca refinanciada a 40 años a base de tirar de bocatas, arroz y pasta.
Cuando el mercado empiece a pensar que en menos de un año los tipos van a subir, la hipoteca estándar pasará de unos 800 a 1.200 rápidamente y, entonces, no hay ayudas que valgan. Hay que decirle a la gente que tiene que currar en lo que haya porque la generación que ha tirado del carro de este país ahora se jubila. No pueden seguir ayudando.
Marzo será complicado
Se nos acaba el tiempo para las reformas, las energéticas, las del modelo de Estado y las de apretarnos nosotros mismos el cinturón.
Marzo va a ser un mes complicado. Bernanke comparecerá ante el Congreso; a España le vuelve a tocar otro examen parcial ante los mercados de crédito; Portugal sigue en apuros e Irlanda está ante unas inciertas elecciones. Nos quedan unos pocos trimestres para que el euribor a 1 año (hipotecas), los tipos a 3 años (financiación de las empresas) y a 10 años (referencia de gobiernos endeudados) empiecen a hacer daño de verdad.
Cuando eso ocurra no habrá márgenes de maniobra, gobierne quien gobierne, para tirar para adelante sin hacer sufrir mucho al ciudadano de a pie. El aviso de Trichet es sencillo: "Señores, les voy a subir 0,25 por ciento los tipos, y toco la campana de última vuelta para recordarles que la situación actual es políticamente anormal y artificial. Cuando vuelva la normalidad, y aunque no haya represalias por los excesos pasados, por su bien estén preparados, porque será doloroso".
Juan Ramón Caridad. CAIA, FIA. Director general de Swiss&Global Iberia. Director académico del Master de Finanzas e Inversiones Alternativas de BME y del IE.