Era normal que el paro de febrero fuese malo. Sin embargo, su lectura al detalle choca de frente con el discurso que vende el Gobierno: los datos no vaticinan una mejora cercana.
La contratación sigue cayendo y el contrato de 33 días fomentado por la reciente reforma laboral sigue sin usarse. Pero lo más sintomático ha sido la brutal caída en el número de autónomos.
Lo primero que suele reactivarse al final de una crisis es el régimen autónomo, porque los desempleados deciden tomar la iniciativa y empezar su negocio ante la falta de trabajo por cuenta ajena. Pero que haya 9.500 autónomos menos implica que la economía no repunta, sobre todo por la atonía del consumo y la ausencia de crédito.
Cualquier mejora viene del exterior y sólo las empresas grandes y consolidadas pueden aspirar a beneficiarse...