Si un médico realiza un diagnóstico disparatado, el enfermo puede llevarle a los Tribunales exigiendo ser indemnizado.
Lo mismo sucede con el mecánico que mal-repara un vehículo o el administrador que provoca pérdidas por su incompetencia.
Cuando se debe un millón de euros al banco, éste te tiene atrapado por semejante lugar, pero si son 100 millones, es el banco el que padece. La responsabilidad menor se exige con todo rigor, mientras que de la mayor solamente se responde ante Dios y ante la historia.
La crisis que nos azota tiene como directos responsables a los especuladores del ladrillo y, sobre todo, la codicia y la ceguera del sistema financiero... y el Gobierno de la Nación, que cerró los ojos ante la catástrofe, ya que jugábamos en la Champions League.
Unos y otros ahora afirman que el desastre era irremediable, imprevisible, consecuencia de telúricas fuerzas ajenas a todo control. Cierto, carecen de responsabilidad en la crisis generada más allá de nuestras fronteras, pero sí les alcanza por la descomunal burbuja inmobiliaria.
Tampoco el Gobierno realizó la mínima previsión de cuál sería el futuro concluida la juerga de las especulaciones en sus factores financiero, productivo y humano.
Ahora las cajas (y los bancos en menor medida) crujen por la presencia de unos activos de imposible liquidación y de escandalosa sobrevaloración. Y la ciudadanía (los súbditos) cubrimos sus (des)vergüenzas con nuestros impuestos.
El señor Hernández Moltó es la única excepción a la absoluta impunidad de los (i)responsables del desastre. Y el Gobierno, naturalmente, ni sabe ni contesta.
En la remota Islandia , a su primer ministro, licenciado en Economía con dos máster en Estados Unidos y analista del Banco Central, le han sentado ante los Tribunales por "negligencia grave" en la gestión de la crisis.
Pero España no es Islandia , y aquí los incompetentes, los negligentes y los frívolos quedan blindados en sentando su trasero en las más altas poltronas.
Javier Nart. Abogado.
