Opinión

Editorial: La inflación 'emerge' en España

Con un 3,6 de tasa de inflación anual, el dato de IPC adelantado no respetó ayer los límites de velocidad. Viene de fuera a toda prisa y amenaza con provocar accidentes por estos lares.

Las alzas de la energía y los alimentos elevan la presión sobre nuestra economía. Hasta el momento y con todo, las tensiones árabes sólo suman unos 10 ó 15 dólares a los precios del crudo -por ahora Arabia Saudí puede compensar con sus reservas cualquier caída del suministro en otra parte-, por lo que más bien volvemos a una situación parecida a la de 2008, cuando el robusto crecimiento de los emergentes disparaba las cotizaciones de las materias primas en todo el mundo.

Y esto no sólo se plasma en el precio de la energía, sino también en los alimentos, pues este año se han dado malas cosechas en varios países, hay amenaza de sequía en China, se extiende el uso de los biocarburantes y un dólar débil presiona al alza los precios.

Por no hablar del cambio estructural que supone un mayor consumo emergente. Aquí en España , las empresas ya no tienen capacidad para absorber estas subidas en sus márgenes. Y con miembros en el paro y sueldos congelados, las familias notan aún más los mordiscos de la luz, el combustible, el euribor, el IVA y otros impuestos o multas.

Si esta inflación tan alta contamina la negociación de los salarios, la espiral podría acentuarse. De hecho, anticipa una subida de tipos, sobre todo cuando Alemania ya crece fuerte. Sólo la política fiscal de recortes y un sector financiero tocado justifican que se aguanten los actuales tipos reales en negativo.

Si estos factores se tornan duraderos, podrían comprometer la recuperación.

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