Opinión

Joaquín Leguina: El hombre blanco

Los movimientos en Túnez, Egipto, Libia, Bahréin, Marruecos y otros países (mal llamados) árabes se han convertido en rebeliones populares contra las múltiples satrapías que -con la anuencia paternal de las cancillerías occidentales- existen en esa zona del mundo, sin embargo, tan potentes movilizaciones con sus consiguientes represiones no han producido en los gobiernos occidentales otra cosa que retórica.

En Occidente, se está aplicando lo que ya dijera Franklin D. Roosevelt a propósito de Somoza, el dictador nicaragüense: "Este tipo es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".

En lo que concierne a la Unión Europea, ha quedado en evidencia, una vez más, aquella pesimista opinión según la cual "la Unión Europea posee un cuerpo deforme con unas extremidades y un tronco económicos gigantescos y una cabeza política y militar diminuta". Pero, en este caso, el pasotismo europeo (y americano) no ha sido sólo institucional.

El más atronador silencio ha venido de otra parte: de unas sociedades civiles incapaces de otorgar la menor solidaridad hacia quienes, jugándose sus vidas, están reclamando unos derechos de los cuales los ciudadanos europeos y los americanos disfrutan ampliamente.

No es preciso volver la vista atrás hasta la guerra de Vietnam para constatar la capacidad de movilización de nuestras sociedades. Por ejemplo, no hace tanto tiempo muchos millones de personas se movilizaron en España contra la intervención militar en Irak. Una intervención del Gobierno de Estados Unidos y de otros países coaligados avalada sólo por falsas sospechas que resultó desastrosa, pero que no fue tan injusta como la masacre que está perpetrando Gadafi contra su propio pueblo.

¿No será que en Europa las movilizaciones sólo se producen cuando el malo de la película es el Gobierno de los EEUU? Parecería que los europeos padecemos un síndrome -tan necio como masoquista- que nos lleva a sostener que de todos los males que maltratan a la Humanidad sólo es culpable el hombre blanco.

Joaquín Leguina. Estadístico.

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