Opinión

Julio Anguita: A vueltas con 'lo competitivo'

El frenesí con el que el concepto competitividad se está poniendo al frente del anunciado proyecto económico común de la UE, se está transformando en el santo y seña de discursos, comentarios y pretendidos análisis con un denominador común -casi todos ellos- de aceptación acrítica, tal y como se asume cualquier dogma religioso.

Es cierto que mientras perviva el actual sistema económico y que parte de la economía se mueva en la órbita del mercado llamado libre, la competitividad es un dato, una referencia y un elemento a tener presente. Pero el que esto sea así no justifica ni avala que sea considerada como un fin absoluto ante el que todo debe supeditarse.

Para empezar, el concepto competitividad es difícilmente aplicable a los bienes y servicios públicos. En éstos podemos hablar de eficacia y eficiencia, pero en ningún caso que sean competitivos con los criterios que habitualmente se aplican al tráfico mercantil.

Por otra parte, de nada vale lograr las cotas más amplias de competitividad en determinadas industrias o productos si es a costa de deprimir las condiciones económicas y sociales de la mayoría de la población. El ser humano no existe para la economía sino justamente al revés.

Lo contrario es potenciar hasta el delirio una dinámica que tiene como resultado final el régimen económico y social de la esclavitud de facto aunque no lo sea de iure.

Existen dos formas de alcanzar la tan anhelada competitividad. La primera consiste en modificaciones efectivas del proceso productivo que incrementen la productividad; se innova, se investiga, se cambian estructuras y técnicas y, además, se organiza y utiliza mano de obra cada vez más cualificada y en un ámbito de relaciones laborales más democratizadas.

La segunda se dirige exclusivamente a reducir costes y por tanto el precio, modificando el tipo de cambio (imposible con el euro) o disminuyendo salarios y cotizaciones sociales además de incrementar el gasto fiscal a las empresas. Los costes sociales en este caso son los que estamos viendo en España.

Julio Anguita. Ex coordinador de IU.

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