Cada día, la situación de Nueva Rumasa es más insostenible. Con las fábricas casi paralizadas y los impagos engordando -suman ya más de cien millones de euros-, la familia Ruiz-Mateos corre un grave riesgo.
Si siguen esperando y no logran que nadie acuda a su auxilio, podrían enfrentarse a un posible concurso culpable y tendrían que responder entonces con su patrimonio personal.
Llegado ese caso, los acreedores deberían demostrar que la insolvencia es consecuencia directa de una mala gestión de los actuales administradores, algo que hoy por hoy no parece complicado.
Aunque sin ningún éxito, Ruiz-Mateos sigue creando teorías conspirativas para no pagar e intentar resistir los cuatro meses de prórroga. Una misión que ya se antoja imposible.