Opinión

Ignacio López Domínguez: La economía española, a contrapié

No es que pretendamos ponernos la venda antes de la herida, pero quizá debiéramos empezar a prepararnos para algo que va a suceder de forma inminente y que tendrá grandes, y no muy buenas, repercusiones para la economía española: la inflación. O siendo más exactos, la previsible subida de los tipos de interés para tener bajo control las tensiones inflacionistas.

En la eurozona, las decisiones de política monetaria, cuya meta casi única es tener los precios bajo control (con el objetivo de que estos no experimenten un crecimiento del 2 por ciento), corresponden al Banco Central Europeo (BCE).

La mayoría de analistas consideran que las subidas de este organismo para el cumplimiento de este loable objetivo comenzarán a partir del tercer cua- trimestre del año. Pero quizá no hayan tenido en cuenta el alza de precios de las materias primas, de otros productos básicos entre los que se encuentran los alimentos y, sobre todo, del petróleo, por el actual riesgo geopolítico del que se conoce poco sobre cuándo y dónde va a acabar. En resumen, las subidas de tipos lentas, graduales, pero alzas en definitiva, están más cercanas de lo que parece.

Y ese riesgo de elevación de tipos, ¿por qué va a afectar sólo a España? Sólo no, pero sí mucho más que al resto de países de la Unión. La razón está muy clara: la economía española -desde hace mucho tiempo, pero de una forma bastante más acentuada tras la crisis financiera iniciada hace tres años- no marca el mismo ritmo, ni siquiera el mismo ciclo, que nuestros vecinos y socios.

Esto se ve confirmado por el dato publicado por Eurostat la semana pasada (un crecimiento del 1,7 por ciento para el conjunto de 2010), por el que los 16 países que integraban la zona euro el año pasado dejaron atrás la crisis en la que se sumieron en 2009, cuando se experimentó una contracción de 4,1 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Bueno, todos no: España resultó la excepción, puesto que en ese mismo periodo registró una décima negativa.

Necesidad de tipos de interés bajos

En un momento en que España necesita crecer para crear empleo en términos netos, para lo cual es fundamental contar con el acicate de unos tipos de interés relativamente bajos como los actuales -además de mayores reformas, sobre todo más serias y profundas-, un incremento de los tipos se llevaría por delante la deseada recuperación.

La suma de varios factores puede resultar desastrosa: en primer lugar, las entidades destinan ya poco dinero a la financiación de la economía, agobiadas por sus propios y eternos problemas (lo de eterno es por la continua ampliación de los plazos para una solución definitiva).

En segundo lugar, cuando se aplique la nueva normativa del Gobierno para el sector financiero, ésta va a reducir el volumen de créditos concedidos, pues al acelerar la implantación de Basilea III se aumentará la solvencia de las entidades que lo puedan asumir, pero sin duda también se terminará recortando la cantidad de dinero que prestarán las supervivientes.

Tercero, el efecto expulsión de la deuda pública: el dinero es finito y gran parte se dirige a financiar el agujero de las administraciones.

Y cuarto, si como decíamos se añade a todo lo anterior un encarecimiento del precio del dinero provocado no por el mercado (el euribor en el mercado interbancario ya está tensionando los tipos de interés, descontando una cercana subida de las tasas oficiales), sino por una decisión de política monetaria que resulta adecuada con el fin de mantener bajo control la presión inflacionista para el conjunto de la Unión Europea, pero no para España... entonces se pueden cortar de raíz las escasas expectativas de crecimiento para nuestro país.

Reconocer los problemas

Nuestra economía necesita que se reconozcan los problemas incluso antes de que se presenten, porque la negación de los mismos no implica su desaparición. Necesita que las medidas previsoras o correctoras se tomen cuanto antes, antes incluso de que nos las sugieran desde fuera.

En definitiva, debemos conseguir acompasar nuestro ciclo económico al de nuestros socios europeos, sobre el que se toman las decisiones que nos afectan. Si no es así, corremos el riesgo de que decisiones como la de los tipos de interés nos cojan a contrapié.

Ignacio López Domínguez. Director del Centro de Investigación Financiera (Universidad Nebrija)

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky