LA STAMPA (ITALIA)
El viernes por la tarde, el acuerdo parecía lejano. De una parte, Europa y Estados Unidos, decididos a encontrar un acuerdo sobre los parámetros para los llamados desequilibrios globales; enfrente China, apoyada por los BRIC, las grandes economías emergentes del planeta.
Luego, inesperadamente, llegó el compromiso que ha sellado el acuerdo. El G- 20 de París ha dicho sí a los parámetros, aunque con muchos reparos. El comunicado final es una obra maestra de diplomacia.
Antes de finales de abril habrá un acuerdo sobre las líneas maestras con las que fijar los baremos sobre deuda pública y déficit, ahorro y deudas privadas, desequilibrios de la balanza comercial y flujos netos de inversión.
A pesar de la determinación de EEUU sobre la cuestión del tipo de cambio, China se ha salido con la suya: en el comunicado hay sólo una breve referencia. El motivo es sencillo: la devaluación del yuan y las masivas reservas monetarias garantizan a los chinos tasas de crecimiento y exportación de dos cifras.
En suma, un acuerdo a la baja, pero que la presidencia francesa ha querido a toda costa, hasta el punto de renunciar a la batalla sobre una de sus propuestas: un impuesto sobre las rentas financieras a escala global.