Opinión

Editorial: Descafeinada y concesiva con Mas

El Gobierno ha flexibilizado la reforma de las cajas hasta el punto de convertir en un coladero los nuevos requerimientos de capital anunciados en enero con supuesta vocación de dureza.

Siempre que las cajas se conviertan en bancos, proceso ya iniciado por la mayoría, se admitirá que las convertibles supongan hasta una cuarta parte del capital principal, lo que permite a todo el sector esquivar la nacionalización disciplinante.

El Ejecutivo obró el milagro: reducir la presión sobre España, aparentar una nueva reforma y finalmente dejar sin solución real los problemas de fondo, que antes o después volverán a aflorar. Pero el truco ha resultado demasiado flagrante.El endurecimiento de los requisitos se ha quedado en la forma.

Mediante la relajación de las condiciones internas para cumplirlo y la definición laxa del ratio clave, instrumentos de deuda computan junto con el capital de primera clase, lo que convierte la supuesta panacea del Gobierno en un mecanismo blando de dudoso recorrido. Y no queda ahí la cosa: la norma incluye un agravio beneficioso para las cajas catalanas.

En virtud de una disposición transitoria hecha a medida, CatalunyaCaixa y Unnim podrán contar como capital principal una segunda tanda de ayuda del Frob, al consentirse ahora que el Fondo adquiera preferentes a las que pidieran ayuda antes de estar vigente el decreto. Esas condiciones llevaban escrito de antemano el nombre de las entidades catalanas en detrimento del resto.

Tras ceder con el endeudamiento autonómico, Zapatero se pliega de nuevo a Artur Mas: todo por su apoyo. ¿Es eso gobernar? Las cajas encierran la respuesta. Pero las de toda España.

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