Opinión

Editorial: Trichet: al BCE lo que es del BCE

Cuando su cargo en el Banco Central Europeo tiene los meses contados, un Jean-Claude Trichet más autorizado que nunca hace balance de los desafíos de la eurozona en materia de precios y deuda soberana.

El guardián de los precios previene ante un grave error en que pueden caer los Gobiernos y los agentes sociales: el de dejarse llevar en la negociación salarial por una inflación sobredimensionada por factores coyunturales, como el alza de materias primas y energía.

Aceptando como canon el modélico 2 por ciento que el BCE defiende a capa y espada, y en pleno debate por la competitividad y la ligazón de los sueldos a la productividad, la referencia de las revisiones salariales no debe desviarse de esa cota, so pena de retroalimentar el IPC con efectos de segunda ronda.

No es el único llamamiento a la cordura del presidente de la autoridad monetaria. Defiende que sea el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y no el BCE quien compre deuda de los países en dificultades. Puede usarse siempre que permita reforzar la vigilancia y supervisión común sobre los países más díscolos cuyos bonos adquiera este instrumento.

Sin embargo, en muchos casos los problemas siguen siendo de solvencia y cada vez se apuesta más por las reestructuraciones. Con todo, en plena lucha por apuntalar un gobierno económico europeo plagado de fisuras destapadas por la crisis, Trichet tiene toda la razón en pedir independencia para la institución.

Es preciso dejar al BCE lo que es del BCE, la política monetaria; y al Fondo y los gobiernos lo que es propio, el antídoto antiquiebra soberana. O tendremos aún más problemas que los presentes.

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