Opinión

Editorial: Alemania tiene difícil imponerse

Merkel lo va a tener difícil para imponer en Europa el sistema que ha mantenido sus costes laborales contenidos. Y no sólo porque allí predomine otro tipo de compañía y un sindicato más comprometido con su evolución.

Alemania es el único país donde se vincula la retribución al rendimiento empresarial. El resto liga el salario de una forma u otra a los precios. Así sucede en Francia, donde los acuerdos son anuales.

Allí, el salario mínimo es alto y sirve de referencia, de ahí que la patronal gala pida el modelo germano. Italia intentó acercar sus convenios a las empresas, pero fracasó. Sólo el capo de Fiat, Marchionne, ha sido capaz de saltarse a los sindicatos. Y lo logró prometiendo a los trabajadores una parte de las rentabilidades futuras. Y Bélgica y Luxemburgo son parecidos a España.

Sólo Reino Unido se muestra más flexible al mandar el acuerdo verbal entre caballeros. Modificar todo esto en la UE parece una tarea inmensa, sobre todo tras ver el nulo resultado de agendas reformistas como la de Lisboa.

Aquí, el Gobierno ha decidido dejarlo en manos de los agentes sociales, y muchos salarios se han fijado ya para varios años, sin posibilidad de reabrir los acuerdos. Aunque se crea un beneficioso caldo de cultivo, no se vislumbra el cambio. La propuesta alemana terminará paralizando las discusiones, justo lo que buscan unos teutones que siguen sin querer ampliar los fondos ni poner dinero contante y sonante.

Es una baza negociadora para que Berlín termine imponiendo su peso y mando en la UE. Al final, como no consigamos mejorar nuestro crecimiento, acabarán exigiendo el control exhaustivo de nuestros gastos.

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