Otra semana clave. El Tesoro emitirá el martes deuda a corto por un lado, y por el otro 2.000 millones para financiar el déficit eléctrico. El jueves, buscará crédito a largo, justo el día después de que Portugal solicite hasta 1.000 millones de endeudamiento a corto.
Y ahora que Irlanda anuncia que quiere renegociar su auxilio, se reúnen los ministros del Ecofin para desatascar el detalle de los planes de rescate.
La situación de Lisboa, cuyos intereses alcanzan niveles insostenibles, reabrirá el debate sobre si se le debe presionar para que acepte ya un flotador europeo, pues no será capaz de crecer para pagar la deuda que implica su abultado déficit por cuenta corriente.
Y Dublín podría sorprender con aún más pérdidas en su banca. Sin embargo, Alemania se empeña en posponer cualquier decisión hasta la cumbre del 11 de marzo. Las expectativas para esta cita son altas y la UE no debe fallar otra vez.
Los germanos ofrecerán una flexibilización ahora necesaria de los rescates a cambio de un pacto por la competitividad que obligue a desligar los salarios de la inflación para vincularlos a la productividad. Hará falta liquidez para unas naciones inmersas en recortes. Y ese pacto debería fijarse en más aspectos que las retribuciones.
Numerosos factores inciden en los costes como la distribución, energía, telecomunicaciones, etc. Y Europa no puede competir sólo en costes; de ahí que la educación o el fomento de empresas de valor añadido sean esenciales.
Zapatero ha iniciado la senda de la austeridad, pero le falta la estrategia para el crecimiento. Aún debe cuidarse de las incertidumbres que crea tanto con las CCAA como en las cajas.