Opinión

Editorial: Las omisiones del Banco de España

Lo dice a las claras el presidente del Banco Espirito Santo: el supervisor portugués no hubiera consentido una laxitud como la que tuvo el Banco de España con el crédito que alimentó la burbuja inmobiliaria.

Su permisividad fue en gran medida la culpable de que aún no haya concluido el ajuste inmobiliario y de que los balances de muchas entidades estén poderosamente lastrados por una excesiva exposición al ladrillo.

En la bonanza, el Banco de España no tuvo la prudencia de contener la alimentación financiera de una criatura que podía fagocitar sus propios tentáculos. Hoy lo pagamos todos los contribuyentes.

Y es que si a un atleta dopado se le retira el suministro, no sólo cae el rendimiento, sino que afloran las secuelas físicas. Como un paisaje urbano huérfano de grúas y la sequía de financiación.

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