El Gobierno prepara un plan de choque con incentivos para que las empresas contraten y, de cara a la visita de Merkel, un programa para que enviemos trabajadores a Alemania.
Aunque es cierto que la coyuntura sigue sin ser favorable, por fin el Ejecutivo se plantea medidas urgentes que faciliten la contratación. Debería rebajar los costes, como las cotizaciones sociales, todo lo posible.
Contribuiría a corregir el gasto en desempleo y ayuda social, nos haría ganar en competitividad ahora que la actividad repunta fuera, y ayudaría a aflorar puestos de trabajo procedentes de la economía sumergida. De hecho, Valeriano Gómez cuantificó el mercado negro en un 20 por ciento de la economía.
De ahí que la inspección deba mejorar, pues se concentra en exprimir empresas reguladas y no en salir a buscar bolsas ocultas. Respecto al plan hispano-alemán, no parece tan buena idea mandar ingenieros justo cuando nuestro cambio de modelo los precisa.
A ese respecto, el ministro de Trabajo dijo que el programa se diseñará para que vuelvan. Pero no es ésa la idea de Merkel, que no quiere estancias cortas, sobre todo por el periodo de adaptación al idioma. Además, el Ejecutivo se fijará en otros aspectos de Alemania: el ya en vigor contrato de reducción de jornada se ha aplicado tarde y para un tejido de pymes... cuando no se usa para frenar un ERE.
Y si se quiere prestigiar la formación profesional como en Alemania, no parece que se a la forma dar títulos por la experiencia. Más bien deberíamos fijarnos en unos sindicatos involucrados con las empresas, mejor formados y que han asegurado la contención salarial en el momento que la necesitaban.