El Gobierno se afanó en proclamar a bombo y platillo que reformaría las pensiones y retrasaría dos años la edad de jubilación, como le instaban los expertos para garantizar la viabilidad del sistema.
Pero una vez que Zapatero cree haber convencido a todos de su supuesta conversión al reformismo, hace concesiones al modelo y extiende la posibilidad de retiro a una franja entre los 63 y los 67 años.
Así, lo que realmente se produciría es un acercamiento de la edad efectiva de jubilación a la legal, además de convertir en voluntaria una jubilación anticipada a los 63 y de endurecer las condiciones para cobrar la pensión máxima, que requerirá cotizar dos años más.
Están por definir muchos extremos, pero la reforma se va descafeinando y pasando más a una expresión formal que efectiva.