Primero llegaron las facilidades para cobrar en cualquier otro país de la UE sin esperar a que un juez local lo autorizase.
Fue un primer paso decisivo para crear un espacio de seguridad jurídica sin fronteras y evitar que los morosos desapareciesen en el intrincado proceso de reclamación entre Estados. Le llega ahora el turno a la congelación y al embargo express de cuentas bancarias.
Era un paso natural, imprescindible para cobrar a los morosos recalcitrantes. A los que vacían sus cuentas antes de que los jueces puedan actuar. No obstante, y a pesar de las claras ventajas para los consumidores, los tradicionales recelos de los Gobiernos nacionales a perder soberanía se dejan sentir.
Ellos sólo ven que es un paso adelante sin retorno en la armonización del Derecho Civil.