Gobierno y sindicatos negocian entre bastidores cómo evitar una segunda huelga general. Por un lado, al Ejecutivo le interesa que ni salpique la campaña electoral de mayo ni perjudique la imagen de España fuera. Por otro, UGT y CCOO tienen todas las de perder, tras los fracasos de anteriores convocatorias.
Así que intentan condicionar los reglamentos de la recién aprobada reforma laboral y diluir la reforma de la negociación colectiva. De hecho, que Zapatero aplace la entrada en vigor de la nueva edad de jubilación podría interpretarse como un guiño sindical.
Pero el problema consiste en que, con su discurso de confrontación, los sindicatos se ven abocados a otra huelga general. Y el Gobierno no debe permitirse más flirteos con UGT y CCOO. Europa no admitirá más alegrías que le salgan caras.