Después de las fusiones e integraciones que han vivido las cajas de ahorro, ahora toca llevar a cabo un reajuste laboral del que no escaparán los cargos directivos.
Ayer fue Caja Segovia la que prejubiló a su director general, Manuel Escribano, y al secretario general, Antonio Luis Tapia. No serán los únicos, pues son muchas las cajas que deberán soltar el lastre que supone tener directivos sin funciones.
Y quedarse en casa sin apenas notarlo en sus millonarios sueldos es un suculento reclamo.