Una nevada en el aeropuerto londinense de Heathrow ha vuelto a situar a Rafael del Pino, el presidente de Ferrovial, en la misma posición que las comisiones del caso Palau: la del mutismo y la ausencia de explicaciones ante asuntos clave de su gestión empresarial que atañen a su competencia y responsabilidad.
Y en este caso, doblemente, porque su inoperancia ante una adversidad climatológica no proyecta una buena imagen de España en Reino Unido, algo nada conveniente para la reputación de nuestros representantes empresariales allí destacados, máxime en una coyuntura de crisis como ésta.
Ferrovial es propietaria de BAA, el gestor aeroportuario que dirige el aeródromo de Heathrow cuyo plan de emergencia invernal se quedó corto ante el temporal que comenzó el pasado 17 de diciembre. Miles de viajeros acampaban en la terminal esperando en vano por sus vuelos: no se podía extraer la nieve bajo los aviones por falta de anticongelante, instrumental y maquinaria en cuantía suficiente. A diferencia de Del Pino, que se aferra a la táctica del disimulo, el director ejecutivo de BAA, Colin Matthews, consciente del alcance de los hechos y sus errores de cálculo, ha asumido su culpa renunciando a su bonus anual.
El regulador aeroportuario británico ha detectado su actual debilidad para sancionar e incluso retirar la licencia a un operador que no reaccione ante tamaño caos. Se prepara un proyecto de ley que endurezca el castigo ante una interrupción del transporte por motivos de incompetencia. Rafael del Pino debe asumirr responsabilidades y explicar ante los medios sus errores.