Opinión

Los tres votos que pesan sobre el futuro de Italia

LA REPUBBLICA (ITALIA)

Si el 14 de diciembre el Gobierno italiano hubiese sido derrotado y Berlusconi hubiese pedido la disolución anticipada de las Cámaras, el presidente Napolitano habría comprobado que existe una mayoría alternativa. ¿Qué habría hecho Napolitano frente a un Parlamento que no quiere dimitir pero no logra nombrar a otro primer ministro?

Tal vez, habría resuelto el problema asignando el cometido de formar gobierno a alguien que no perteneciera a ningún partido, capaz de llevar adelante la legislatura reforzando y restaurando las instituciones y reconciliando con la política a esa multitud de ciudadanos desilusionada por la actual barbarie institucional.

Un Gobierno de este tipo probablemente habría obtenido la confianza del Parlamento, incluso porque muchos diputados y senadores no tienen ganas de volver a sus actividades domésticas y muchos electores no desean votar anticipadamente.

Además, una campaña electoral en la actual coyuntura exasperaría el enfrentamiento social y sería una ocasión para alimentar la especulación y el ataque a la deuda. Es probable que así hubieran ido las cosas, con amplias ventajas para las instituciones, los ciudadanos y el país. Pero no siempre las hipótesis se realizan.

El 14 de diciembre el primer ministro logró una amplia mayoría en el Senado y la confianza de la Cámara gracias a tres votos. Las modalidades de adquisición de esos tres votos se saben, pero oficialmente no son contestables, salvo resultados de la investigación judicial en curso. Por lo tanto, el Ejecutivo está en el poder en plena legalidad constitucional y puede proponerse, sin problemas, seguir adelante hasta el término natural de la legislatura, aprobando un programa de reformas sociales.

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