En tres meses, China ha subido dos veces los tipos de interés. La última, el pasado domingo, ha provocado el recelo de las bolsas.
Y es que el impacto de la medida, que pretende frenar un posible recalentamiento de la economía china así como su elevada inflación y los riesgos que comportan sus burbujas de crédito, bursátil e inmobiliaria puede arrastrar a otros al enfriamiento y arrancar alzas de tipos en otras emergentes.
La decisión de Pekín por lo pronto afectará a las economías exportadoras europeas en sus flujos comerciales con el gigante asiático. Pero, sobre todo, puede repercutir en que las economías occidentales sufran en su deuda el encarecimiento de la financiación.
Las subidas de tipos de China, mejor tacita a tacita, o se estrangulará el crecimiento de los que pelean por la recuperación.