El Banco de España obligará a las 22 cajas de ahorros inmersas en fusiones frías a convertirse en bancos.
Los SIP fueron ideados en un principio como artificios jurídicos para que las cajas pudieran unir sus fuerzas sin que se perdiese el control que tenían los gobiernos locales y regionales sobre ellas.
Nadie sabía bien en qué se terminaría concretando y, por un momento, parecía que iba a ofrecer un abanico de posibilidades...
Hasta que volvieron las dudas sobre el sistema y se cerró la financiación. Los test de estrés no inspiraron confianza, y ahora hay que agilizar la segunda ronda de reestructuración del sector financiero. En este contexto, resulta esencial convencer a los agentes del mercado.
Para empezar, desde fuera, ¿quién entiende qué es una caja? ¿Es un banco? No, exactamente. ¿Es propiedad de los poderes públicos? No, exactamente. ¿Y qué diablos es un Sistema Institucional de Protección formado por cajas? Había que aclarar este lío y encontrar una fórmula eficiente.
Los SIP han servido para dar los primeros pasos. El Banco de España hace bien en imponerse y transformarlos en bancos.
Así, podrán atraer a inversores privados que ganen control conforme aporten fondos, desligando a estas entidades de los políticos paraque se sometan a la disciplina del mercado. Estas cajas operarán como una fundación que gestione los dividendos obtenidos.
En un momento en el que la liquidez se ha cerrado y hay que elevar niveles de capital, aguantar un par de años de bajos crecimientos, limpiar los balances y devolver ayudas del Frob... no se puede experimentar más.
Bienvenida sea la conversión a bancos.