La agencia de calificación Moody's emitió ayer un informe demoledor sobre la economía española. Aunque afirmó que espera que nuestro país no tenga que recurrir al fondo de rescate europeo, señala con lucidez cuáles son las fuentes de incertidumbre.
En primer lugar, explica que nuestra financiación va a resultar complicada porque contamos con muchos vencimientos durante 2011, necesitamos que el exterior nos inyecte el dinero y la confianza del mercado es frágil.
En segundo lugar, la banca puede necesitar más dinero para recapitalizarse, bien por las pérdidas en sus carteras o bien por las dificultades que la escasa confianza genera a la hora de captar liquidez.
Y tercero, deja claro que cree que el Gobierno es incapaz de controlar las cuentas de las autonomías. La agencia pone en revisión con perspectiva negativa nuestra Aa; pero marcha con bastante retraso, puesto que los inversores ya consideran a España de facto una triple B.
El Gobierno y Banco de España deben atender esta llamada de atención sobre el sistema financiero. De momento, las fusiones no han emprendido la imprescindible reducción de tamaño. Y ni gestores ni políticos están por descubrir sus pérdidas, quizá con un banco malo, y asumir responsabilidades.
Respecto a las autonomías, los pasos dados para fiscalizarlas no son contundentes, puede haber un agujero y, por supuesto, se entiende que hay un respaldo implícito del Estado central. Así que mucho cuidado: si por todas estas razones el gasto público se dispara de nuevo, creceremos por debajo de lo que nos cuesta pagar la deuda y el mercado podría retirarnos entonces la liquidez.