Rumasa ha puesto en marcha un plan de venta de activos. Tras abandonar la fábrica alquilada a Asturiana en Sevilla, desprenderse de un 5% de Cacaolat y poner en el mercado otro 20, el nuevo paso será colocar entre inversores el 24% de Clesa.
La agresiva política de compras de los Ruiz-Mateos pasa factura. Han intentado rescatar activos y marcas que otros daban por perdidos. Aunque el fin era loable -crecer y salvar empleo-, la estrategia no parece haber sido la adecuada. Ganar tamaño con marcas intermedias en un momento en el que sólo resisten los líderes y las enseñas blancas resulta complicado.
Y si a eso se une que el cerrojazo del crédito les obligó a emitir pagarés a tipos muy por encima del mercado, el resultado es la tormenta financiera perfecta.