Opinión

Pablo Cousteau: Fondo de Estabilidad... ¿o Garantía Europea de Inestabilidad Financiera?

El forceps financiero diseñado en junio de 2010 para salvar a los Estados europeos en dificultades se ideó de manera precipitada y tras un parto difícil y prematuro del bebé griego, que necesitaba, de manera perentoria, respiración asistida para no morir asfixiado.

Tras dos bail outs, gracias a los cuales ya tenemos a dos Estados rescatados, y una lista cada vez más amplia de Estados rescatables, la primera conclusión a la que uno llega es que la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Mecanismo Europeo para la Estabilidad Financiera (MEEF), dotados en total con 500.000 millones de euros (a añadir a los 250.000 millones aportados por el FMI) no han cumplido con su principal objetivo: tranquilizar a los mercados, esa manada de búfalos que cuando entra en pánico corre en desbandada y no atiende a razones.

Los episodios espasmódicos de crisis de los que habla estos días Felipe González dan buena fe de ello. ¿Cuál es el motivo que justifica el fracaso de este instrumento? En mi opinión, las causas son al menos tres.

La primera, y más obvia, es que si uno crea un fondo dotado con 750.000 millones de euros, sin contemplar desde un inicio su posible ampliación en caso de necesidad, en cuanto los Estados empiezan a disponer de él, la cantidad se agota y la discusión se centra a partir de ese momento en la capacidad del fondo para salvar a otros Estados.

Discusión bizantina, y problema resuelto: ¿por qué no se toma la decisión política de ampliar dicho fondo a 1,5 billones de euros, con el compromiso de utilizar ese nuevo tramo sólo en caso de necesidad? La mayor garantía de no tener que utilizarlo es precisamente ofrecerle este regalo a los mercados.

El segundo problema es de diseño: los Estados que componen la UE, precisamente por su heterogeneidad y diferente fortaleza financiera, exigen respuestas solidarias y comunes, de tal forma que todos sus miembros puedan utilizar este tipo de herramientas sin ser señalados por el dedo ni humillados por los demás.

La barra libre de liquidez del BCE facilitando fondos al 1 por ciento a las entidades financieras ha cumplido con éxito su labor de prestamista de última instancia ante un mercado interbancario inexistente, precisamente porque ha estado, y sigue estando, a disposición de todos aquellos que han conseguido aportar los activos exigidos por el BCE como colateral.

Mientras tanto, el FEEF y el MEEF individualizan el problema, ponen el foco en un sólo país, y estigmatizan a quien no tiene más remedio que utilizarlos. "España no necesitará ningún rescate". "Nuestro caso difiere mucho del irlandés o el griego"? El objetivo es alejarse cuanto antes de ese monstruo llamado FEEF, que pretende rescatarnos.

Por ello, el tercer problema de este instrumento es más bien semántico: cuando EEUU creó su propio Fondo, denominado TARP (Troubled Asset Relief Program), aunque al cabo del tiempo se utilizara para otros fines, se constituyó inicialmente, y así se bautizó, para recomprar los activos tóxicos de la banca.

Mientras tanto, nuestro Fondo de Estabilización ha derivado rápidamente en un Fondo de Rescate, y nadie que puede valerse por sí mismo, aunque sólo sea por orgullo, desea ser rescatado... Por cierto, su utilización (que al final será de 67.500 millones de euros) le ha costado a Irlanda una bajada de varios escalones por parte de la agencia Moody's, mientras que la disposición por parte de los bancos irlandeses de más de 130.000 millones de euros del BCE las semanas previas al rescate no causó mayor revuelo, ¿tiene eso sentido?

Tanto el FEEF como el MEEF debieran haber nacido no tanto (o no sólo) para ser utilizados ante situaciones de emergencia en un país concreto, sino como fuente alternativa de financiación para todos los Estados (incluyendo Alemania, ¿por qué no?) y de esta forma convertirse en un paraguas protector y útil para ser utilizado de manera inmediata por cualquier miembro de la UE ante determinados escenarios. Para rematar el caos actual, el BCE parece vivir en otro continente.

Siempre reticente a comprar deuda de los países que más lo necesitan, y preocupado de manera obsesiva por la inflación. Mientras mira por el retrovisor cómo cae un Estado tras otro sin pestañear, se ha convertido en cómplice del desaguisado actual y merecería ser denominado a partir de ahora el BCEB (Banco Central Europeo En Babia).

Para completar este esquizofrénico menú, dos ingredientes más, a cual más sabroso: se establecen unas pruebas de estrés test para tranquilizar a los mercados y demostrar la solvencia financiera de los bancos y cajas en la UE: como en un colegio privado de pago en el que todo vale con tal de aprobar a los niños más mimados, se permite que cada estado elija tanto las entidades que se incorporan al estudio como los escenarios de estrés utilizados. Es como si el profesor del colegio de nuestros hijos sesgara al alza de manera arbitraria y deliberada sus evaluaciones y, además, permitiera a los alumnos seleccionar las notas mostradas a sus padres.

Estaríamos encantados con nuestros hijos, como lo estaba Irlanda y el resto de la UE con el resultado de las pruebas de resistencia presentado por el Bank of Ireland, y el Allied Irish Bank? pero es que ahora se nos dice que la culpa es de los niños. Oiga no, ¡la culpa es del colegio!

Tomar esta iniciativa sin las suficientes garantías y sin una mínima supervisión por parte del Banco Central Europeo (una vez más en babia), cargando toda la responsabilidad sobre las autoridades nacionales y los propios bancos ha sido como mínimo un despropósito y para muchos un verdadero fiasco, que ahora daña nuestra credibilidad y pone en duda la solvencia de muchos bancos europeos, algunos de ellos españoles, que realmente sí lo son.

Por último, un grupo de países heterogéneos con moneda y política monetaria comunes, pero sin capacidad para emitir deuda de manera colectiva, sino sólo a nivel individual, tiene que tener muy claro al menos en lo más básico: ¿y si un Estado de la Unión Europea hace default, qué sucede? ¿Hasta donde llega la solidaridad de los demás?

Pues, a día de hoy, aunque parezca mentira, no lo sabe nadie con certeza. Pregunten a un grupo de gestores de fondos su opinión a este respecto y se encontrarán diez respuestas diferentes.

Y sin tener contemplado una claúsula muy específica para el default (sólo a partir del 2013 las emisiones de deuda de los Estados del área euro incluirán una cláusula de acción colectiva que permitirá renegociar sus términos o incluso plantear una quita), no es posible recuperar una mínima confianza por parte de los inversores, que desconfían de la supuesta solidaridad entre Estados de la UE, y por ello asignan niveles de riesgo cada vez mas dispares a la deuda soberana de los diferentes países.

Y la guinda de la pasada semana, el bloqueo alemán en la última reunión de los ministros de Finanzas de la UE tanto a la emisión de eurobonos como a la posible ampliación del importe del FEEF que se sugiere en este artículo no auguran un camino fácil y consensuado para que transite por él nuestro maltrecho continente.

La UE se ha convertido en un laboratorio en el que nuestros torpes e inexpertos políticos/científicos mezclan sustancias químicas muy peligrosas sin poder recurrir a la evidencia empírica porque no hay antecedentes. Y, como era previsible, los tubos de ensayo les estallan en las manos uno tras otro.

Pablo Cousteau. Director de Programas Especializados del IEB.

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