El presidente del Eurogrupo, Juncker, ha criticado duramente la negativa del Gobierno de Merkel a una posible emisión de eurobonos. Para el luxemburgués, la actitud alemana resulta "antieuropea" y "simplista".
Los germanos aducen que esa deuda europea implicaría cambios sustanciales en los Tratados, lo que abriría largas e inciertas negociaciones.
Y se temen que encarecería el bono alemán, amén de desactivar la penalización de los mercados a los Estados presupuestariamente más díscolos que buscan financiación.
En cualquier caso, las arengas de Juncker tienen fundamento: lo que menos necesita la UE es división o luchas internas. De hecho, el propio FMI pide unidad a Europa. El proyecto del euro debe implicar cesiones en aras del bien común y las posturas han de acercarse.