Opinión

J.R. Pin Arboledas: Joyas de la abuela

Que conste que no me parece mal subir el precio del tabaco, eso genera ingresos públicos; menos aún alargar la libertad de amortización, lo que en el fondo es aplazar el pago de impuestos. Tampoco reducir cargas a las pymes y ampliar el criterio de definición, haciendo que quepan más empresas en ella. Apoyo que se privatice la gestión de los aeropuertos, a ver si aumenta su eficiencia, especialmente después de este fin de semana. En realidad, la privatización es un mecanismo para introducir criterios de mercado en sectores estatalizados.

No sé qué pensar del tratamiento del Gobierno a los controladores el fin de semana. Entre otras cosas porque tengo que tomar un avión a Colombia y volver. No sé si hubiera sido más prudente esperar una fecha menos conflictiva.

Cabe la posibilidad de que el Ejecutivo haya pensado que, si no pasaba nada, habían ganado y que si ocurría, los medios estarían ocupados con los controladores y se olvidarían de la supresión de los 426 euros mensuales para los parados que hayan agotado el periodo de prestación del desempleo y de la reforma de las pensiones. Y es que esas dos cosas sí que van a crear problemas de imagen al Gobierno.

En todo caso, gano- piensa Zapatero. Si aceptan, porque pacifico un colectivo; si no, porque el lío será tan grande que oculto debates más complejos. Hábil la operación Rubalcaba, porque las tres cosas son necesarias: reforma de las pensiones, eliminación del subsidio complementario del paro y poner en su sitio a los controladores. Mejor que entren de un golpe. Cirugía profunda, de una vez, en lugar de agonías continuas.

Enfado nacional

Mientras escribo este artículo, vivo con la preocupación de si subiré o no a un avión. Y no me hace gracia que experimenten conmigo, menos aún el Gobierno; pero si no queda más remedio? Aunque el enfado nacional, y el mío, no es pequeño, me descubro el sombrero ante el Maquiavelo del Ministerio del Interior.

Ahora bien, la venta de las Loterías del Estado me entristece. Primero, no puede decirse que esta privatización parcial sea para introducir los criterios de mercado. En ese sector, la ONCE, que es una institución privada, compite con la clásica lotería desde hace tiempo. Además tampoco puede decirse que un juego de azar sea un servicio esencial básico, necesario. De manera que podría dejar de existir sin ningún trauma social. ¿O no?

En España, la Lotería (del Estado) es algo más que un simple juego de azar: es un símbolo, un vehículo de transmisión de ilusión colectiva ¿Quién no ha soñado en resolver un problema, dar una alegría a la familia o alguien allegado a través de un número mágico cantado/a por uno de los niños/as de San Ildelfonso? Es algo nuestro. Pertenece al imaginario colectivo de los españoles, desde el Pirineo hasta Ceuta y Melilla, desde Baleares a las Canarias.

Además, hasta ahora se podía considerar como un impuesto voluntario. El jugador sabía que, además de las alegrías que daría a los premiados, el beneficio iría a parar al común del contribuyente. Los impuestos voluntarios son buenos, porque el ciudadano paga cuando considera que el servicio público que se le presta lo vale. ¿Por qué venderlo para salir de un apuro?

Triste solución

Vender la Lotería del Estado es vender las joyas de la abuela. Como cuando una familia bien, venida a menos, decide sacar del cajón de la cómoda las joyas que dejó la abuela en herencia para evitar el desahucio por falta de pago al casero. Una triste solución.

Triste, porque será un pequeño respiro corto. Y por corto, inútil. Pronto volverán las estrecheces. Triste, porque el perito tasador del comprador sabe que tienes necesidad, y eso baja el precio. Triste, porque al importar más la urgencia de venta que el precio, la capacidad de negociación es escasa. ¿Veremos cómo se vende y a quién? En estos casos, siempre hay un desaprensivo que conoce las miserias de la familia y se aprovecha de ello.

Lo más triste es el estado anímico en que queda la familia. Sabe que ha quemado ese imaginario colectivo que, incluso, les ayudaba a identificarse como estirpe.

La Lotería ha permanecido con los españoles por encima de avatares históricos. Regulada modernamente por Real Decreto 904/1985 es heredera de la Primitiva, creada por el Marqués de Esquilache, ministro de Hacienda bajo el reinado de Carlos III.

En realidad su origen es la llamada Lotería Moderna, aprobada por las liberales Cortes de Cádiz en 1811, entre otras cosas para sufragar costes de guerra. Parece que sólo se pretende vender una parte, para ingresar lo que las maltrechas arcas del Estado necesitan. Pero eso es sólo el principio.

¿Quién habrá aconsejado la operación? Algún economista bienintencionado, no tengo duda, pero que desconoce que el sentimiento colectivo se construye teniendo cosas en común. Pero si no hay más remedio que desprenderse de las joyas de la abuela, vendámoslas. En 1898 también era necesario liquidar los restos del imperio americano y las Filipinas y eso introdujo el pesimismo en una España que se encerró en sí misma más de 70 años.

Niveles de autoestima

Privatizar para dar más eficiencia es un buen ejercicio. Para evitar el desahucio, es el final ¡Sólo ha faltado que Rusia se lleve los mundiales de fútbol y después Qatar! La autoestima de los españoles bajará a niveles insospechados.

¿Dónde hemos llegado?, se pregunta la familia, mientras algunos preparan las maletas para emigrar a otros hogares. Pero la pregunta está equivocada. La correcta sería: ¿Por qué no cambiar de Administrador?

J.R. Pin Arboledas, profesor del IESE.

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