Opinión

Lorenzo B. de Quirós: Bernanke se equivoca

La Reserva Federal ha decidido lanzar un segundo paquete para inyectar más liquidez en el sistema económico con la finalidad de reactivarlo y crear empleo. Como consecuencia de las medidas de relajación cuantitativa (quantitative easing) emprendidas por el instituto emisor estadounidense, la base monetaria ha registrado una tasa de crecimiento del cien por cien desde septiembre de 2008, y los tipos de interés están en sus niveles más bajos de los últimos 50 años.

Desde esta perspectiva, parece evidente que la economía de EEUU no tiene un problema monetario o de liquidez ya que, entre otras cosas, las reservas del sistema bancario superan el billón de dólares. En este contexto, el recurso a la máquina de imprimir billetes del Banco Central para estimular la actividad no parece muy justificada, salvo que se considere, como siempre, que las políticas expansivas no han fallado por razones estructurales, sino porque no se han llevado hasta sus últimas consecuencias. Dicho esto, la actuación de la Fed se sustenta en razonamientos teóricos erróneos y puede tener consecuencias muy negativas.

Imprimir dinero, crearlo ex nihilo, es justificable -o, mejor, podría tener justificación- si el motivo es evitar el hundimiento del mecanismo de medios de pagos o el desencadenamiento de un agudo proceso deflacionario. Estados Unidos no se encuentra en ninguno de esos escenarios. Sin embargo, esa política es injustificable si se transforma en un instrumento para soportar los derroches presupuestarios del Gobierno.

La madre de la inflación

Este tipo de cooperación es lo que intentó siempre impedir la demanda de autonomía para la banca central. El recurso a expansiones monetarias para convalidar las presupuestarias, esto es, para financiar el déficit y la deuda mediante la emisión de billetes, ha sido la madre de casi todas las grandes inflaciones registradas a lo largo de la historia. En concreto, fue el origen de la estanflación de mediados y finales de los años setenta del siglo XX, de las hiperinflaciones latinoamericanas, etc.

Un régimen monetario no inflacionario tiene dificultades para sobrevivir en presencia de un déficit público alto y permanente. Por desgracia, ésta es la situación de las finanzas públicas americanas en el corto y en el mediano plazo.

Por otra parte, la base teórica, avalada por una evidencia empírica abrumadora, es contundente: los gobiernos enfrentados a un muy elevado nivel de endeudamiento encuentran crecientes dificultades para cubrir ese desequilibrio en el mercado de capitales. Además, se resisten ellos mismos y se enfrentan a una fuerte y amplia oposición para subir los impuestos y/o a disminuir el gasto para conseguir cerrar o rebajar el agujero de las finanzas públicas.

Para más inri, creen que la monetización de la deuda reduce el efecto expulsión sobre la demanda privada generado por las necesidades de financiación del sector público. Por desgracia, los resultados de esas iniciativas generan expectativas de un aumento de la inflación y, con él, se anticipa una subida de los tipos de interés que resta vigor a la reanimación de la economía. En otras palabras, el impuesto inflacionario es un mecanismo que cobra mayor atractivo a medida que el binomio deuda/déficit es más alto, pero obviamente produce efectos contrarios a los esperados.

¿Recortar el paro?

A estas alturas, resulta increíble la resurrección por parte de la Fed de otra de las antiguallas del keynesianismo vulgar, a saber, la tesis según la cual es posible recortar de manera permanente el paro a base de elevar la inflación.

Esta hipótesis, destruida teórica y empíricamente por Friedman y Felds hace cuatro décadas, ha sido rehabilitada por la institución presidida por Bernanke . Se ha olvidado un viejo axioma convertido en una vieja y contrastada ley económica: cualquier rebaja del desempleo derivada de una expansión monetaria es temporal. Sólo puede sostenerse sobre tasas de inflación crecientes, que antes o después han de ser reducidas, lo que provoca la destrucción de los puestos de trabajo artificialmente creados por ella. Es sorprendente que un economista de la talla del actual presidente de la Reserva Federal haya sucumbido a esa añeja falacia. Quizá la conveniencia política obliga a estos singulares y radicales cambios de opinión.

Desde numerosos sectores de la academia e incluso de la propia autoridad monetaria norteamericana se ha invocado el fantasma de Friedman para legitimar la estrategia de la Fed. Esto es falso. Por un lado, los Estados Unidos no están en una situación deflacionaria ni en la antesala de ella, único escenario en el que el jefe de filas de la Escuela de Chicago avalaba ese tipo de acciones. Por otro, Friedman hubiese criticado duramente la discrecionalidad de la Reserva Federal, opuesta al núcleo central de su pensamiento monetario, una política monetaria sometida a reglas estables y previsibles.

La comparación con el Japón de los años 80 y 90 de la centuria pasada, esgrimida como una amenaza letal para América por Krugman y Cia., resulta espuria. Desde 1980 hasta 1991, el crecimiento de la cantidad de dinero en circulación se incrementó en el Imperio del Sol Naciente un 8,9% para caer al 2,6% durante el período 1992-2000. Eso explica la deflación japonesa y nada de esa naturaleza acontece en USA. Todo lo contrario, el aumento de la oferta monetaria en ese país ha sido espectacular desde el inicio de la crisis.

Por último, al margen de su impacto depreciatorio sobre el dólar, la estrategia de la Reserva Federal tiene el riesgo de provocar nuevas burbujas, esta vez, en los mercados de materias primas, así como en los de activos en las economías emergentes. Si era imposible garantizar una era de crecimiento y de progreso indefinido a golpe de dinero abundante y barato, también lo es fundar la salida de la crisis y la restauración de la prosperidad sobre esos mismos cimientos.

En realidad, la estrategia de la Fed conduce a un panorama de estanflación, esto es, de inflación con bajo crecimiento. Es irrisorio pensar que la máquina de imprimir billetes es el camino hacia el bienestar, pero ésa ya es otra historia y se la contaré otro día.

Lorenzo B. de Quirós, miembro del consejo eitorial de elEconomista.

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Comentarios 14

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pepe
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El problema es el pasado, el presente es muy complicado ya hay demasiadas deudas.

La única solución es meter en la cárcel a los ladrones. mientras eso no ocurra ya puede imprimir dinero que no se va a crear ningún puesto de trabajo.

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#1
rollo
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La "ciencia" económica ha caido tan bajo, pero tan bajo como para confiar el crecimiento a una máquina rotativa. Si fuese para imprimir libros, aun, pero no, es para imprimir cromos y estampitas del Perpetuo Socorro.

Los reyes en sus tiempos, cuando no tenian pasta ni oro porque se lo habian fundido y habian ya exprimido a todos sus judíos, lo que hacian era "imprimir" oro, esto es, tongar la moneda, bajar la ley.

Cuando uno ya no puede confiar en la ley más sagrada, y esta siempre fue la de la moneda, de inmediato no puede confiar en la ley de los jueces del rey. Ni en el Estado. Porque si el Estado te roba más que los bandidos de Sierra Morena ¿como vas a fiarte del "el Banco de España pagará..."?

Quien dice de Expaña, dice de Bruselas o de Idaho. Bien lo aprendieron los alemanes, tan bien que ochenta años despues aun no se les ha pasado.

Bernanke ya vendió, como Obama, como USA, su credibilidad de Pedro el del lobo. Su pagará ya no vale, su moneda ya no vale. Han comenzado su fin. En realidad lo saben, vendieron su primogenitura y ya no valen ahora excusas de mal pagador.

Credibilidad, como utilidad, son conceptos profundamente económicos, lo son tanto como el método es la ciencia. Pero ¿quien a dia de hoy entiende peor esto que los economistas?

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#2
emilio
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Creo Sr. Quirós que quien se equivoca de cabo a rabo es Vd. como es frecuente en sus columnas. Desde que el dólar como las demás monedas son fiduciarias, son armas políticas, ya que pierden su esencia económica y esta decisión, le aseguro, que no la tomaron los comunistas. En la actualidad, el escenario por el que Bernake fabrica más dólares'bo es otro que la deflación, si no se exporta y no hay consumo interno y, sin embargo, hay sobreprducción, pues ya me dirá, el otro motivo es devaluar el dólar para minimizar la deuda. Coherencia la tiene..

Puntuación 4
#3
Usuario validado en elEconomista.es
Macrons
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Siento discrepar,

En la presente situación en que la capacidad productiva estadounidense, está muy por debajo de de su nivel potencial (de ahí el gran paro y la enorme capacidad productiva ociosa) y la inflación subyacente persistentemente descendiendo en mínimos históricos, con gran desviación de la deseada, la regla de Taylor muestra a las claras que la tasa de interés nominal a fijar, sería varios puntos negativa.

En esas condiciones y dado que no es factible una inflación nominal negativa, aumentar la base monetaria representa una solución, pues además de contribuir a la revalorización de activos, genera unas EXPECTATIVAS de inflación muy beneficiosas para convencer a los que tienen dinero, que antes de que se deprecie, lo pongan en circulación, aumentando el consumo y contribuyendo a poner en marcha la maquinaria.

En el caso japonés, el aumento de la base monetaria fue comparativamente, de varios órdenes de magnitud mayor. El ejemplo no es del todo extrapolable, como he explicado en comentarios anteriores, pero desde luego no produjo inflación, sino todo lo contrario, a por de estar los tipos de interés nominales en prácticamente 0% por dos décadas.

El problema fundamental es que nadie se creyó que se generaría inflación.

Saludos

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#4
rollo dos
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Lo que hay que oir. Para que mi dinero de Estado valga, cuando ya empieza a no valer, emito más, así la fuerza es mayor y la palanca cachiporra es más gorda.

Y para que mi dinero valga, emito más y más hasta que os entre por los ojos y por todos vuestros orificios mentales y gasteis, y tengais que gastar, y no podais ahorrar y todo lo que tengais en vuestra vida quepa en lo que os cuesta la comida de hoy.

Weimar.

Está inventado.

No funcionó, es más no funciona.

Y no hablemos de Keynes, que nos puede dar la risa, y para explicar el chiste tengamos que hablar de Pearl Harbour y de Little Boy. Si queremos ser serios, claro está.

A la desmonetarización de la economía por la hipermonetarización de la economia. Vuelta al trueque y al ahorro en latunes y vuelta del hijo pródigo al pisito porque fuera no le dejaron vivir. A estas alturas de la peli será ya el acabose. A la hiperinflación para volver al punto de partida. Juego de la Oca, casilla 58.

Abajo el dinero fiat de emisión gratuita, abajo la ampliación de capital sin capital, abajo la República de Weimar.

¡¡¡¡¡Viva el dinero de verdad!!!! ¡¡¡¡¡¡Abajo las palabras de amor!!!!!! ¡¡¡¡¡No más promesas de boda¡¡¡¡¡¡

Diamonds are a girl s best friend.

Puntuación 12
#5
Inuit
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Tan malo debe ser mucha masa monetaria como poca, Poul Volker, hizo un buen papel durante los 80 controlando la inflacion a travez de el Money suplay tras haberse eliminado lo del patron or

por la epoca Nixson.

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#6
espartaco
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No es que se equivoque, es que va a lo suyo: Salvar a los bancos grandes, esos que, aparentemente, están tan bien y dando beneficios. Cuando se lie, que se liará, como le pillen a éste allí le van a dejar bueno.

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#7
yomismo
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Sr. De Quirós. No disimule. Vd. sabe que la FED sabe que con el nuevo QE2 (600.000 kilos), no va a resolver nada, al igual que no se resolvió antes con el QE1

Porque dada su realidad y agujero, necesitaría unas cinco o seis veces como mínimo esa cantidad para reactivar su economía.

Ahora se trata solo de intentar desesperadamente ganar confianza y tiempo.

Eso sí, en lugar de poner billetes a disposición de las empresas, compran bonos o activos poniendo a disposición de los bancos esos milloncejos.

¿Resultado esperado?. Ya se sabe. Los bancos se quedan con esa pasta por lo que pueda venir y no arriegan un crédito en una economía con graves problemas y un dólar con espasmos.

O sea, ese dinero no va a llegar a la calle.

Patada adelante y a ver si el espíritu de los Padres de la Patria les iluminan.

Pero la cosa pinta negra.

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#8
Sumando
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Bernake no se equivoca, con la devaluación consiguen salir de la crisis a costa de los demás. Trichet sí que es malo. Parece que le falta tiempo de quitar las ayudas y subir los tipos. ¿Será alemán este hombre?

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#9
Sarrachaga
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Lorenzo... el problema no es el dolar !!! es el euro, sobrevalorado, sin tecnologia, sin disciplina laboral, sin eficiencia, sin productividad... y muy caro !!! eso esta produciendo desocupacion, deficits, probables default... pero es que no lo queremos ver ????

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#10
ya vale
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No, no lo queremos ver.

Yo no quiero ver lo que no veo ni nadie más ve.

El enfermo mundial es el dólar, no el euro, no nos confundamos ni confundamos.

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#11
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He leido el articulo y creo que tiene dos problemas:

hace referencia a axiomas; esto es una falacia, los axiomas no existen en economia, una verdad absoluta es de por si no coherente

cree que la impresion de dinero es para evitar la deflaccion , eso es una suposicion

cree que la impresion de dinero es porque no hay dinero en los mercados para cobrir el deficit, eso es falso los inversores desean titulos de deuda, no aran de bajar los precios

eldice que impuesto inflacionario es un mecanismo que cobra mayor atractivo a medida que el binomio deuda/déficit es más alto, pero obviamente produce efectos contrarios a los esperados, esto es desde luego una suposicion disfrazado de certeza

Bueno como literarura deja dastante que desear, pero como descriptor de la la economia es desde luego bastante pretencioso.

Yo le aconsejaria que si tan seguro esta venda deuda americana.

Puntuación -1
#12
Usuario validado en elEconomista.es
javier_dx69
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El problema es que los gringos ni quieren aceptar que ellos ya estan pasando, todos los imperios se derriban y este ya llego a su fin...

Den la oportunidad a China, si bien disfrasan su actualidad politica interna, no es una burbuja como la inmobiliaria de USA, ya que ací·a se saben cuales son los problemas...

Saludos desde Chile.

Javier

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#13
es
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Otro antikeneysiano. Dicen que los keneysianos son antiquallas vulgares, pero parecene solo espertos de Voo-Doo economics.

El impacto reconocido de Freedman es modesto.

Otra cosa son las propagandas de politica de Freedman, que eran extrema e injustificadas

Puntuación 0
#14