Una vez más, y van ya mil, reitero que en Cataluña no existe el más mínimo conflicto de lenguas.
La ciudadanía practica esa rara avis que se llama sentido común, educación básica, de modo que los dos idiomas de esa única autonomía que se llama Cataluña se entremezclan en absoluta normalidad sin que nadie se sienta ni de más ni de menos, porque su interlocutor se dirija en esta o aquella lengua.
Y así, las instituciones, desde el más pequeño ayuntamiento a la Presidencia de la Generalidad no tienen más que un solo idioma: el catalán, llegándose al esperpento grotesco de que sea esta lengua definida como de integración ¡¡incluso para los iberoamericanos!! Además de haber perdido el sentido común, también lo han hecho con el del ridículo.
Y ahora, el castellanoparlante y castellanopensante José Montilla propone en total lógica que los debates con el gran candidato (el próximo presidente) Artur Mas sean también en castellano.
Justo, lógico y evidente a la realidad social? si no fuera porque el señor Montilla, asumiendo la institucionalidad de su Presidencia, utilizó el catalán casi en exclusiva dando por supuesto que a sus conciudadanos únicamente se podía dirigir desde su cargo en tal idioma.
Bajo su mandato se han implementado y aprobado esperpénticas leyes con las que se sanciona a comercios y profesionales si no tienen disponibilidad lingüística, esto es, si no participan obligatoriamente de la formulación en catalán.
Y que nos obligará a rejuvenecer 40 años mandándonos a Perpiñán para poder ver películas norteamericanas.
Eso sí, el candidato Mas, ortodoxo excluyente nacionalista, no tendrá el más mínimo problema en dirigirse en la abyecta lengua de Cervantes cuando haga campaña en el cinturón de Barcelona... negándose, por contrario, a que el debate con Montilla lo sea en esa lengua.
Algunos al cinismo le llaman coherencia. Yo, oportunismo.
Javier Nart es abogado.