La respuesta depende de los criterios usados para medir la huelga general.
Primer criterio: repercusión mediática. Respuesta: éxito. Los medios han estado pendientes de los siameses secretarios generales de UGT y CCOO. Si se calcula el precio publicitario de los espacios ocupados, la operación es muy rentable.
Segundo criterio: seguimiento por los trabajadores. Respuesta: ambivalente. El seguimiento es: ¿por propia voluntad, por falta de transporte o por los piquetes convencitivos? Como no es posible saberlo, cada evaluación se hará de acuerdo con los intereses del evaluador.
Tercer criterio: capacidad de modificar las decisiones del Gobierno. Respuesta: fracaso, ¿o no? Fracaso, porque el Ejecutivo, preso de los mercados financieros internacionales y la Unión Europea, no cambiará, so pena de volver a poner en entredicho la deuda soberana del Reino de España.
No obstante, hay que desarrollar reglamentariamente la Ley de Reforma Laboral. Si los sindicatos condicionan el reglamento porque el Gobierno se asusta, podría hablarse de éxito parcial del 29-S ¿Se asustará? Es posible, el PSOE no resistiría unas elecciones autonómicas, municipales y, menos aún, generales, con sindicalistas pidiendo la dimisión de Zapatero. Una desgracia, porque el frenazo a las reformas retrasaría la recuperación económica y mantendría el paro.
Cuarto criterio: imagen de los sindicatos. Respuesta: fracaso. Fracaso porque, por ejemplo, la discusión sobre los liberados los ha dejado maltrechos ante la opinión pública.
Quinto criterio: liderazgo social. Respuesta: fracaso. El 29-S demuestra que los agentes sociales han fracasado en liderar socio-económicamente el país; un papel que tuvieron desde la Transición. En consecuencia, hay que refundarlos, porque han perdido la altura de miras que dio paso al mayor periodo de libertad y crecimiento económico de España.
Elija usted los criterios y valore el 29-S en consecuencia.
J. R. Pin Arboledas, profesor del IESE.
