Dicen las malas lenguas, que cierta ministra del actual Gobierno central estaría en la cuerda floja por su malas relaciones con sus compañeros de Consejo.
Al parecer, la protectora que la salvaba y defendía en los momentos críticos, María Teresa Fernández de la Vega está perdiendo a pasos agigantados protagonismo ante el jefe del Ejecutivo, trayendo como consecuencia que los peligrosos enemigos que se pueda encontrar (llámense Miguel Sebastián, por ejemplo) vayan ganando influencia. Y es que ya lo dice el refrán: hay que tener amigos hasta en el infierno.