En anteriores entregas se señaló como algo no muy positivo, a nuestro juicio, la estandarización de los contratos y limitación de la actuación de los especuladores en los mercados de derivados OTC (Over the Counter). A pesar de ello, sí hay puntos que pueden resultar eficientes en las propuestas legislativas de la Comisión Europea en esta cuestión. En aras de una mayor transparencia, se propone que los agentes participantes en este mercado registren las operaciones en bases de datos (repositories). Con ello, se podría identificar el riesgo que estos mercados pueden representar para el sistema financiero. En un principio, está sólo pensado para los derivados sobre deuda soberana, pero lo ideal sería que se trasladara al resto de subyacentes. Especialmente, los mercados de derivados sobre commodities o materias primas.
Con el mismo objetivo, se plantea la negociación de estos productos en cámaras de compensación y liquidación, es decir, en bolsas organizadas. Ello plantearía la ventaja de reducir el riesgo de contrapartida, pues este tipo de mercados organizados garantizan la ejecución y el pago de las transacciones. El inconveniente es que estas Cámaras de Contrapartida Central sólo pueden llevar a cabo su tarea con contratos estandarizados, por lo que se perdería esa flexibilidad que comentábamos en el anterior artículo. Además del encarecimiento de las operaciones.
En cualquier caso, como no todo consiste en criticar, sino que hay que construir, vaya una propuesta de hacia dónde podría dirigirse la nueva regulación si lo que se pretende es minorar el riesgo en este tipo de contratos. Una característica que define a los derivados es el efecto apalancamiento que poseen; esto es, la posibilidad de, con una inversión menor, tomar una posición mayor en el mercado de que se trate. De hecho, ésa es la razón del enorme riesgo que se toma con estos instrumentos cuando sus fines son especulativos, pues provoca la multiplicación de las rentabilidades, positivas o negativas.
En este aspecto es donde se puede trabajar, exigiendo mayores requisitos de capital para abrir una posición, de forma que al especulador le desmotive entrar, pero al que busca protegerse de riesgos no le impida esa actuación. No es una tarea fácil, pero si se consigue homogeneizar, subiéndolo, este parámetro en todos los mercados, creemos que se reduciría el volumen y, por lo tanto, el efecto de estos mercados en la "economía real".
Precisamente, la clave de esta regulación se encuentra en la armonización a nivel global, pues de no ser así, lo que se estaría provocando sería un arbitraje regulatorio a nivel internacional que provocaría, aún más, movimientos especulativos en los mercados financieros. ç
Ignacio López Domínguez, director del Centro de Investigación Financiera (Universidad Nebrija).