Opinión

Amador G. Ayora: La nueva luz que guía al presidente

Zapatero suele comenzar el curso político en Rodiezmo, donde tradicionalmente avanzaba algunos aspectos de los Presupuestos del año siguiente. Pero este año, como se sabe, el presidente excusó su asistencia al acto. No se sabe si porque no quería dar a conocer los recortes y las subidas de tasas e impuestos que jalonan los Presupuestos, o porque en el sector minero el horno no estaba para bollos, pese a los esfuerzos del Gobierno por impulsarlo.

Un Real Decreto aprobado el 12 de febrero pasado obliga a que el 15 por ciento de la producción eléctrica nacional provenga del carbón. La norma, hecha a medida de dos empresarios paisanos suyos que acaparan la extracción de este mineral, Manuel Lamelas Viloria y Victorino Alonso, está atascada en Bruselas.

Entretanto, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, siempre fiel a las instrucciones de su presidente, ha llegado a desembolsar la friolera de 367 millones de euros a estos dos empresarios. Los sindicatos, conscientes del esfuerzo del titular de Industria, no lanzaron las movilizaciones hasta concluir el acto de Rodiezmo.

El ingenuo de Sebastián pagó la subvención con el requisito de que parte del dinero se destinara a abonar las nóminas de julio y agosto de cerca de 2.600 mineros, que llevan sin cobrar desde esa fecha.

Pero Alonso y Lamelas siguen sin remunerar el sueldo a sus empleados. El primero, presidente de la patronal Carbunión y propietario de la mayor empresa del sector, que emplea a unos 2.200 mineros, reconoció abiertamente que el dinero había sido ya destinado a "inversiones". Sebastián lo tiene complicado, porque no existe ninguna norma, al parecer, que les obligue a dedicar ese dinero a pagar el personal, ya que las minas siguen sin actividad.

Con anterioridad, el Ejecutivo había obligado al holding público Hunosa a adquirir todo el carbón producido durante más de un año. Una fuente del sector asegura que no existe capacidad para albergar ni un kilo más porque los almacenes están saturados.

Todo apunta a que Alonso y Lamelas han traicionado a Zapatero. Para más inri, han puesto a los mineros en su contra, que se han lanzado a movilizaciones contra la política del Gobierno.

La esperpéntica situación de la minería tiene paralelismo con la huelga del próximo 29 de septiembre. Zapatero siguió en la legislatura las consignas de los líderes de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, y de UGT, Cándido Méndez, sobre todo de este último.

Tanto que quien vaya a la huelga del 29 se encontrará en la paradoja de protestar contra una crisis que las medidas propiciadas por los sindicatos han contribuido a crear.

Su política económica nos ha conducido al desastre actual. Pero en cuanto el presidente se ha visto forzado por Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a tomar medidas de austeridad, los dos sindicalistas le han vuelto la espalda y han lanzado a las bases de sus organizaciones en su contra. Es una muestra de la soledad que se acrecienta en torno al presidente.

Abandonado por sus principales aliados, los sindicatos, Zapatero se dispone a recuperar el crédito aun a costa de romper sus promesas. Se comprometió a no subir los impuestos tras el IVA. Pero esta semana se ha visto que todo es una parodia gigantesca. Sobre la mesa están el alza de impuestos especiales al alcohol, tabaco o hidrocarburos, además de un sinfín de tasas, desde la aeropuertuaria al famoso céntimo verde, que financiará el despilfarro de las subvenciones a energías como la fotovoltaica, concentrada curiosamente en tres comunidades socialistas: Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha.

El último guiño populista es el alza de la tributación a profesiones liberales y sicavs, así como a las rentas superiores a 120.000 euros. La recaudación obtenida con esta iniciativa no superará los 200 millones, es decir, la mitad de las ayudas que regaló a sus dos amigos, los empresarios leoneses del carbón. Cualquier cosa en lugar de cortar gastos superfluos de las administraciones públicas y un sinfín de de ayudas y subvenciones que no sirven para nada. Es la nueva luz que guía sus pasos.

Amador G. Ayora, director de elEconomista.

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