El foco informativo está en la huelga general del 29-S y los liberados sindicales. Por eso, los movimientos internos de la CEOE pasan más desapercibidos. Cada vez hay más voces discrepantes con su cúpula y a las críticas han seguido las contracríticas. Eso indica que hay tormenta. Una tormenta que podría estar justificada si se refiriera a la fracasada negociación de la reforma laboral.
En efecto, desde la Transición, la CEOE y los sindicatos han pilotado, con mayor o menor acierto, la estabilidad laboral del país. José María Cuevas, primero desde la Secretaría General y luego desde la Presidencia de la CEOE, negoció antes con las viejas glorias del sindicalismo, Camacho y Redondo; luego, con sus sucesores, entre ellos Gutiérrez y Fidalgo. Hubo acuerdos memorables, como el AES, el AI? también alguna huelga general. Pero nunca un fracaso como el actual, con un Gobierno a la deriva y una reforma laboral que no alaban ni sus defensores parlamentarios.
¿Se debe a que los protagonistas son diferentes en la patronal CEOE, en los sindicatos y el Gobierno?, ¿es consecuencia de la pérdida de sentido de la misión de todas o de alguna de estas instituciones? Probablemente es la conjunción de ambos factores. En ese sentido, la crítica interna a la cúpula de la CEOE sería justa: no ha habido ni la voluntad de acuerdo, ni la capacidad de convicción como hubo antes. Por tanto, hay que cambiar la misión y la estructura de la patronal, como deben cambiar los sindicatos, la ley electoral, la estructura territorial del Estado, etc.
En cambio, si la tormenta es simplemente una lucha por el poder, ad persónam, será un despilfarro. Después de treinta y tres años de democracia las estructuras sindicales y patronales han envejecido y, como las de la política, necesitan un aggiornamiento; hay que adaptarlas a los nuevos tiempos. Ésa es una crítica constructiva, lo otro es "quítate tú del sillón para ponerme yo".
J. R. Pin Arboledas, profesor del IESE.
