Que Ryanair es un filón informativo es algo de sobra conocido. Pero el autobombo y el audaz marketing de la compañía que preside Michael O'Leary empiezan a resultar bastante cansinos.
Y es que su política publicitaria parece no arredrarse ante nada ni nadie... ni siquiera ante el Papa, que es la última víctima de la compañía aérea. Parece que sus malas artes no sólo traspasan fronteras territoriales, sino que también alcanzan cotas divinas.