Después de tres leyes concursales en seis años, mucho no funcionaba en esta legislación. La de 2003 demostró que era inútil para tratar con la crisis y la reforma de 2009 ha brindado algunas mejoras a la hora de facilitar el crédito o lograr contratos.
Sin embargo, se ha tenido que recurrir a una redacción más. Esperemos que ésta sea la definitiva. La propuesta de cambio brindará mayores poderes a los administradores, desjudicializará el proceso, lo simplificará y agilizará.
Resulta esencial que esta vez de verdad se prime el mantenimiento del tejido productivo y el empleo sobre la liquidación. Incluso si hace falta, se debe dejar que un tercero pueda continuar con la actividad. En el formato actual se minaba la confianza y se deterioraban los activos hasta disolver la empresa. El texto debe erradicar eso.