Tanto Botín como Fainé se pronunciaron ayer en contra de la tasa bancaria. Tienen motivos de sobra para hacerlo. En primer lugar, si queremos reactivar el crédito, ¿a cuento de qué viene ahora imponer un impuesto que lo obstaculizará? Segundo, si cajas y bancos deben hacer esfuerzos para cumplir con Basilea III en los próximos años, para qué penalizarlos aún más con un tributo. Tercero, si hay una parte que no ha precisado de ayudas públicas, ¿por qué debe pagar? Cuarto, los que han recibido tal ayuda la devolverán con intereses. Quinto, para prevenir las crisis ya hay fondos, ¿no sería mejor reforzarlos? Y sexto, si los bancos pagan por haber sido asistidos, ¿no tendrán que ser en adelante rescatados a cargo del contribuyente? Más bien parece una treta para arreglar las cuentas del Estado.