La guerra de las divisas se recrudece. En un mundo en el que es más difícil imponer tarifas y barreras aduaneras, la manipulación de la moneda parece un arma más efectiva. Las empresas exportadoras de Japón se quejaban de la fortaleza del yen en un contexto donde las economías occidentales se estancan y, por tanto, la inversión en el país nipón resulta más atractiva, lo que encarece su divisa.
Al mismo tiempo, la política monetaria y fiscal tan laxa en EEUU fomenta un dólar débil. Y las dudas sobre el euro pueden volver para depreciarlo. Así que ayer el Banco de Japón decidió vender yenes para bajar su cotización. Pero ¿quién le va a decir ahora a China que ajuste el yuan? Éste se apreciará un poco antes del G-20 para evitar la presión internacional, pero nadie quiere que se encarezca su divisa.