Opinión

Editorial: El fantasma de Lehman sigue ahí

Hace dos años de la caída de Lehman: ¿podría volver el fantasma? La aprobación de los requisitos de capital de Basilea al menos exigirá que las entidades tengan más fondos propios con los que operar. Sin embargo, de poco servirá a menos que estadounidenses y europeos se pongan de acuerdo en regular la llamada banca en la sombra. Ésa que proveía financiación enmascarando como producto de calidad lo que en realidad era deuda acumulada. Ésa que permitía que se financiase a corto plazo el endeudamiento a largo. Y ésa que dejaba apostar contra una inversión sin tener en cuenta que existía el riesgo de la contrapartida. Han pasado dos años y, poco a poco, vuelven las malas prácticas.

Las agencias de rating siguen sin vigilar la calidad de esos productos. El G-20 debe estandarizar la banca en la sombra y llevarla a mercados transparentes. Los bancos deben retener parte del riesgo de sus titulizaciones y planear sus funerales; aunque nada funcionará si los acreedores siempre se libran de las pérdidas. Esa deuda debería convertirse en acciones. En caso contrario ya sabemos que lo pagará el contribuyente.

Ya hemos caído en el círculo vicioso por el cual la banca recibe liquidez con la que gana invirtiendo en una deuda de los Estados cada vez más creciente. Pero la entidad no presta porque teme caer de nuevo. Y mientras, el regulador nacional relaja exigencias al banco porque peligra la economía. A su vez, las autoridades monetarias también tienen su culpa: afirman que no pueden detectar una burbuja cuando usan metadona en una crisis tras otra para evitar que los adictos al crédito se desenganchen. El fantasma sigue ahí.

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