Opinión

Editorial: El maratón de la banca

El precio de la estabilidad financiera no es gratis. La banca española tendrá que captar 40.000 millones de aquí a 2019 para cumplir con Basilea III. Tras emitirlas en masa el año pasado, las preferentes ya no servirán de colchón de capital para las entidades. Y tampoco las ayudas públicas. Además, nuestros bancos más fuertes sufrirán hasta 2019 la desventaja de que las inyecciones públicas que recibieron muchos rivales internacionales seguirán computando como reservas.

El otro perdedor puede ser la economía europea, que padecerá el cambio más que la estadounidense. Mientras que la financiación de proyectos aquí la realiza sobre todo la banca comercial, en EEUU el dinero viene de otras fuentes. La financiación bancaria se encarecerá y saldrá más barato acudir al mercado, donde las pymes no tienen acceso.

Al menos, se ha concedido un plazo para que entidades apuradas como nuestras cajas y los bancos alemanes se adapten. Veremos cómo aguantan la carrera de fondo. Las cajas tendrán que acelerar su privatización para atraer fondos. Cabe preguntarse si ese periodo se ha fijado para que los Estados recauden la tasa bancaria con la que sanear su déficit antes de 2013. También despierta dudas el uso que le puedan dar los reguladores nacionales al colchón anticíclico. Por suerte, en España ya contamos con un sistema cabal de provisiones.

Otro interrogante es si la banca intentará reclasificar sus activos como bajos en riesgo y si jugarán con la ley para que sus carteras alberguen todo el riesgo posible. Se ha reforzado el capital de los bancos, pero hay que asegurarse de que no lo trampean. El crédito debe ser menos procíclico.

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