La economía norteamericana no genera empleo, de modo que Obama se ve forzado a reactivar la actividad como sea. Bajo la consigna de que los menos pudientes consumirán una mayor parte de cualquier ayuda, suprimirá los recortes de impuestos a las rentas altas al tiempo que los mantendrá para la clase media. Y la reducción de los tributos para las pymes intenta darles aire cuando la banca estadounidense no las financia.
Además, el país tiene unas infraestructuras bastante empobrecidas, de ahí que el dinero empleado pueda mejorar su productividad. Sin embargo, los estímulos están llevando las finanzas del país al límite. Para solucionar las dificultades se sigue recurriendo a engordar los problemas, sin que se haya abandonado ni la crisis financiera, ni la de deuda, ni ahora la del paro.