Opinión

María Jesús Fernández: Otra vez por el mal camino

Pese a que los resultados de la contabilidad nacional recientemente publicados revelan que el PIB creció en el segundo trimestre del año un 0,2%, continuando así la recuperación iniciada en el trimestre precedente, no podemos calificar el escenario que dibujan dichas cifras como positivo.

El crecimiento en ambos periodos supuso el retorno de la economía al patrón de crecimiento desequilibrado anterior a la crisis. Es decir, se sustentó sobre la expansión de la demanda interna, que creció por encima de la renta reduciendo el ahorro, impulsando las importaciones, generando déficit y alimentando la necesidad de financiación de nuestra economía frente al exterior.

Desde el inicio de la crisis y hasta el final del pasado año, los hogares españoles se han esforzado por aumentar su ahorro, lo que, unido a la caída de la inversión, permitió recortar nuestro déficit de balanza de pagos desde un 10,7% del PIB a mediados de 2008 hasta un 5% a comienzos de este ejercicio, además de reducir el endeudamiento. Una cifra, pese a todo, aún demasiado elevada, que indica que nuestra economía seguía obligada a apelar intensamente al exterior para financiarse. Pero, al menos, avanzábamos por el buen camino.

Lo que las cifras de contabilidad nacional más recientes nos dicen es que durante la primera mitad de este año se interrumpió este proceso de corrección y saneamiento de los desequilibrios: los hogares volvieron a aumentar su gasto por encima de sus ingresos, de modo que el ahorro, aunque todavía no tenemos las cifras del segundo trimestre, debe de haber descendido; esto, junto a la sorprendente recuperación de la inversión productiva, ha impulsado nuevamente el crecimiento de las importaciones por encima del de las exportaciones, dando lugar a un nuevo incremento del déficit por cuenta corriente, que entre abril y junio volvió a situarse por encima del 5% del PIB; es decir, ante la reducción del ahorro interno, nuestra economía ha vuelto a aumentar su recurso a la financiación exterior y su endeudamiento. Otra vez hemos vuelto a las andadas. El cambio de modelo productivo no aparece por ninguna parte. Con unas necesidades de financiación exterior tan elevadas, ¿qué será de nosotros cuando la barra libre del Banco Central Europeo comience a cerrarse?

Es posible que todo esto no sea más que un efecto transitorio derivado del adelanto de compras hacia la primera mitad del año por la subida del IVA. De ser así, en la segunda mitad del ejercicio volveríamos al buen camino y las tendencias del primer semestre serían totalmente contrarrestadas con intensos recortes del gasto, por lo que no deberíamos preocuparnos. Pero no es probable que todo el crecimiento del consumo tenga su explicación en este efecto adelanto. Una buena parte de dicho repunte debe de haber sido genuino. En cualquier caso, lo más probable es que en el segundo semestre retornemos al camino del ajuste, puesto que los fundamentos sobre los que se apoya el consumo siguen sin favorecer una recuperación sostenida del mismo -aunque estos retrasos en el proceso de ajuste pueden crearnos problemas-. Como consecuencia, lo más probable es que se produzca una recaída de la economía.

Por otra parte, el que las importaciones se disparen cada vez que crece el consumo indica que el tejido productivo nacional es incapaz de satisfacer la demanda, ya sea por un problema de rigidez que impide aumentar adecuadamente la oferta o por falta de competitividad. Es necesario llevar a cabo reformas estructurales -especialmente del mercado laboral- para aumentar la flexibilidad de nuestro sistema productivo, mejorar su competitividad y atraer inversión extranjera, de modo que una mayor parte de la demanda pueda ser satisfecha con producción nacional. También es necesario dedicar todos los recursos que hagan falta para promover la salida de nuestras empresas a los mercados exteriores, de modo que las exportaciones puedan jugar un papel más decoroso en nuestro patrón de crecimiento.

Otro ámbito importante de actuación debería ser la creación de las condiciones que permitan la proliferación, muy por encima de lo meramente testimonial, de entidades dedicadas a la financiación de iniciativas empresariales innovadoras mediante la aportación de capital y la asunción de una parte del riesgo, ya que la actividad financiera tradicional no es capaz de desempeñar ese papel -ni es su función-. Sin este tipo de medidas, seremos incapaces de transitar hacia un modelo económico de futuro.

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