El cambio de 180 grados en la vicepresidenta Salgado es digno de mención. Por un lado, celebramos su vuelta a la ortodoxia económica que nunca debió abandonar: después de poner una y otra vez como ejemplo las medidas de estímulo de Obama para justificar su despilfarro, ahora afirma que es mejor la política de austeridad de la UE.
Por otro, el Gobierno ha cedido a las pretensiones de Alemania y Francia de imponer una tasa sobre operaciones de riesgo y otra sobre los beneficios de los bancos. Tras tantos esfuerzos para defender al sistema financiero español, Salgado le pone un palo en la rueda afirmando que si se hace de forma común, lo apoyaría. Sin embargo, este despropósito no se va a aplicar en todas partes del mundo y penalizará al sector europeo, y al español, frente a sus competidores.