Opinión

Editorial: La debilidad española ante Rabat

Entre las prioridades del Gobierno debe estar la de tener buenas relaciones con nuestros vecinos. Pero con Marruecos son ya demasiados años de provocaciones. La ocupación de Perejil, la retirada de su embajador en Madrid, las reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla, el boicot comercial a ésta última ciudad y la brutal agresión a los activistas en pro de un Sáhara libre son sólo algunos ejemplos. Por eso, además de diplomacia hace falta firmeza.

El camino no parece ser el de agasajar al rey Mohamed VI duplicando el importe de las ayudas a fondo perdido durante esta legislatura, hasta unos 400 millones de euros. Marruecos sabe que gran parte de sus planes de desarrollo dependen de España, pero ante la debilidad del Gobierno, parece importarle más bien poco.

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