Opinión

Editorial: Expuestos en Shanghai

Marco Polo trajo la pasta de China. Y el presidente Zapatero pretendía hacer algo parecido en su viaje al gigante asiático. Sin embargo, se ha encontrado con que hemos exportado a la Expo de Shanghai el bien más preciado entre los políticos españoles: el modelo de las autonomías. Es decir, como tenemos a todas las regiones e incluso a los ayuntamientos queriendo tener presencia en esta feria, al final somos el cuarto país que más destinará a estos eventos, unos 74 millones de euros que dejan bien atrás a naciones del tamaño de Alemania o Estados Unidos. Sólo China, Arabia Saudí y Japón superan nuestro presupuesto, del que 18 millones corresponden a las autonomías.

Tras la visita al pabellón del despilfarro, Zapatero anunció que hará el máximo esfuerzo para apoyar a las empresas españolas en el exterior, pese a las medidas de austeridad de su Ejecutivo (sic). Y todo para vender más de lo mismo. El recurso fácil a los tópicos que ya tienen sobre nosotros del flamenco, sol y paella. En esa campaña para atraer turismo se podría haber gastado menos.

Y nuestra demostración de que somos una economía con tecnologías punteras se escenificó mediante un robot con forma de bebé de varios metros de altura bautizado como Miguelín. El presidente lo utilizó para armar una metáfora: España tiene un futuro del tamaño de Miguelín, dijo.

Aunque más bien tiene un estructura administrativa tan sobredimensionada como el muñeco. Zapatero tiene razón en que debemos vender más a China, pero eso depende también de que nuestra estructura de costes no se desmadre como hicieron con el bebé.

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