Por primera vez en la crisis, la morosidad de las cajas es menor que la de los bancos. Esto es síntoma de que, una vez atravesado el grueso de los problemas inmobiliarios a los que estaban especialmente expuestos las cajas, ahora se pasa a una segunda fase: la de los retrasos en los pagos protagonizados por la industria, donde los bancos tienen más negocio.
Además, el crédito de peor calidad entró a principios de la crisis en mora y algunos han pasado ya a fallidos. El freno en este apartado representa una primera noticia positiva para las cajas y puede ayudarlas en su proceso de reestructuración, de modo que los 12.000 millones que van a recibir sean destinados a reducir su tamaño acorde a la demanda de crédito existente y no simplemente a tapar estos agujeros.