A finales de 2007, comienza la actual recesión económica en Estados Unidos. El NBER (el Gabinete Nacional de Investigación Económica estadounidense, por sus siglas en inglés), organismo encargado de indicar cuándo empieza una crisis económica, y cuándo acaba, aún considera que Estados Unidos se encuentra en recesión.
Todo ello, a pesar de que en los últimos tres trimestres las tasas de crecimiento económico del Producto Interior Bruto han sido positivas. Sin embargo, una lectura más en profundidad de los datos advierte de la fragilidad e insostenibilidad de tales cifras. Y, peor aún, oculta lo que está por llegar, como consecuencia de un análisis erróneo sobre la naturaleza, alcance y soluciones de la actual crisis económica, que no es cíclica, sino sistémica.
Dos son las explicaciones del crecimiento económico de Estados Unidos en el último trimestre de 2009 y el primero de 2010. Por un lado, la brutal acumulación de inventarios. Alrededor del 70 por ciento del crecimiento del PIB del último trimestre de 2009 -y alrededor del 50% del mismo en el primer trimestre de 2010- se debió a dicho proceso de acumulación. Ello ocurre o bien porque no venden, o bien porque estiman que habrá una recuperación en la demanda efectiva en los siguientes trimestres.
En realidad, las ventas finales en EEUU, que es lo que realmente mide lo que crece, sólo repuntaron en ambos trimestres alrededor del 2 por ciento intertrimestral anualizado, similar al dato preliminar del PIB del segundo trimestre de 2010. En los siguientes trimestres, habrá desacumulación de inventarios. Y, si la demanda efectiva no rebota, como prevemos, las tasas de crecimiento económico volverán a ser negativas.
Buena evolución del consumo privado
Por otro lado, se ha registrado una evolución positiva del consumo privado, asociada a dos factores temporales. En primer lugar, ayudas fiscales a tramos de renta bajos, que se destinan en su totalidad a consumo privado, así como a la compra de bienes de consumo duraderos (coches) y de inversión (casas), que ya se han acabado. En segundo lugar, en países como EEUU o Reino Unido, cuando hay un fuerte descenso en el precio de la vivienda, muchas familias entregan las llaves al banco y, con la renta liberada, consumen.
Recordemos que eso es lo que pretendía Roosevelt en 1938 cuando se cambio la ley, de manera que sólo se responde con la casa ante impago de hipotecas. Ello es impensable en España, ya que el banco no sólo puede ir contra la casa objeto de la hipoteca, sino contra tu salario, renta o riqueza futura. La mejoría del consumo es temporal: en un contexto de aumento fuerte del paro en EEUU y fuerte caída de la riqueza neta, la tasa de ahorro sobre renta disponible revertirá a la media histórica, como en el caso español. Ahora va a comenzar ese proceso, que simplemente se ha retrasado.
Estados Unidos entrará de nuevo en tasas de crecimiento negativas y, a continuación, con uno o dos trimestres de retardo, Europa y Reino Unido, si bien en la UE la recesión tendrá menor intensidad, mientras que los países emergentes, que aún no tienen suficiente demanda interna para aislarse de una crisis económica de Occidente, experimentarán una fuerte desaceleración. Tratemos de resumir el porqué de estas previsiones pesimistas.
Las previsiones pesimistas
Desde nuestro análisis, el origen de la actual crisis económica y financiera es el sobreendeudamiento de los sectores privados de las principales economías desarrolladas. Cuando el colateral que apoyaba esos niveles de deuda colapsa, se produce un ¡desapalancamiento! que implica demanda insuficiente, sobreproducción, necesidad de reducir deuda e incrementar ahorro, destrucción de capital, e incremento del desempleo.
Todo ello se refleja en una reversión a la media histórica de variables económico-financieras (tasa de ahorro, riqueza/PIB?). Las políticas fiscales y monetarias han servido para evitar una depresión económica, pero tal como se han diseñado, sólo son efectivas ante crisis cíclicas, no sistémicas, como la actual. Además, no se ha atacado el origen de la crisis: el brutal sobreendeudamiento privado promovido por una riqueza ficticia. El rescate del sistema financiero sólo había servido para proteger a los causantes de la actual crisis.
En el caso de Estados Unidos, la deuda total sobre PIB alcanza cifras próximas al 370%, siendo la deuda privada próxima al 300 por cien del PIB. La destrucción de riqueza inmobiliaria se está produciendo de una manera mucho más acelerada que la deuda de las familias en torno a ella. El valor del activo de las casas ha disminuido 7 billones de dólares americanos, de 20 billones de dólares a 13 billones de dólares, desde la primavera de 2006 a la de 2010. En el mismo período, la deuda hipotecaria -lo que los estadounidenses deben por sus hogares- se redujo tan sólo en 270.000 millones dólares. Resumiendo: los propietarios de viviendas de EEUU han perdido más, por un factor de 26, de lo que ganaron a través de compensación de la deuda hipotecaria.
Por lo tanto, si calculamos que hay 75 millones de propietarios de viviendas en EEUU, todos -todos y cada uno de ellos- perdieron 93.333 dólares. De este análisis se deriva una reversión a la media en el crecimiento de la riqueza neta.
Como consecuencia, en un escenario de mayor tasa de ahorro, y una destrucción de riqueza neta importante, la economía estadounidense experimentará una fuerte desaceleración, más allá de lo esperado por los mercados, y arrastrará al resto de Occidente, así como a los países emergentes.
Juan Laborda, profesor del IEB.