Un principio de acuerdo de mínimos entre el colectivo de controladores y Aena puso ayer fin, al parecer, a cinco meses de encontronazos y presiones. Mediados de agosto: ya era hora de que se terminara la incertidumbre que ha generado un grupo de unos 1.800 profesionales. La mera amenaza de huelga puso en jaque al sector turístico -prácticamente el único motor de crecimiento que a día de hoy tira de España- y generó pérdidas millonarias ya irreparables.
Tras la reciente decisión de no convocar paros en agosto, se cernía la posibilidad de que siguieran las espadas en alto hasta septiembre. El acercamiento de ayer ahuyenta una nueva oleada de desasosiegos para las empresas afectadas y los viajeros. Parece el principio del fin. El acuerdo, si viene acompañado de una fase de reflexión, será la mejor noticia.
