La tercera parte de los préstamos del Banco Central Europeo (BCE) fueron a parar en julio a la banca española. Casi 140.000 millones salieron de sus ventanillas para financiar a unas entidades que fueron las principales paganas de la desconfianza de la economía española en los mercados internacionales.
Pero el efecto arrastre de la crisis griega y las constantes insidias lanzadas desde los países miembros del eurosistema comenzaron a verse parcialmente neutralizados con la publicación de los resultados de los test de estrés.
Ésa fue la llave a través de la que los dos grandes titanes españolas, el Santander y BBVA, lograron abrir la puerta de acceso a los mercados. Pero aún no es suficiente para que otras entidades no se tropiecen con nuevos obstáculos en ese camino.